En 1918 publica "Cuentos de la selva para niños", una de las obras más importantes de literatura infantil de la época. Si bien continuará publicando cuentos y hasta una segunda novela, sus dificultades económicas se acentuarán por lo que el gobierno uruguayo lo nombrará Cónsul en Misiones para pasarle una pensión. Esto durará hasta 1933 año en que, además, lo abandona su segunda esposa, María Elena Bravo. Para esta altura sus hijos también lo habían abandonado por algunas diferencias, por lo que el escritor se encuentra solo. Hacia 1935 se le diagnostica cáncer y deberá volver un vez más a Buenos Aires.
En 1936 se internará finalmente en el hospital de Clínicas de la ciudad donde permanecerá hasta su muerte en 1937. Si bien tiene algunas mejorías durante el proceso, y mejora notablemente su ánimo el regreso de su mujer y su hija Eglé, el escritor no puede evitar la angustia del mal que lo carcome por dentro. El 18 de febrero de 1937 sale del hospital para hacer una visita a algunos amigos y ver a su hija. Compra cianuro y esa noche se quita la vida. Sus cenizas fueron repatriadas y llevadas a Salto por amigos en una urna con la forma de su cabeza.
Quiroga es parte de la historia de la literatura ruguaya y rioplatense, y su particular personalidad lo hace interesante hasta el día de hoy.


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